EFE
- Las apuestas por el monorraíl han fracasado en ciudades como Sydney y es fuertemente criticada en Las Vegas.
- Algunas ciudades, como Tel Aviv, apuestan por soluciones futuristas de transporte, como las capsulas de levitación de Skytran.
- La evacuación por un percance o el acceso para personas con movilidad reducida pueden ser grandes enemigos para la puesta en marcha de estos trenes futuristas.
- Sus defensores creen que pondrán remedio a la saturación de vehículos en ciudades, frenarán obras de muchas inversión y colaborarán con el medioambiente.

El paisaje urbano del futuro que tradicionalmente nos ha mostrado el cine, la literatura o los comics reúne una serie de tópicos que el propio paso del tiempo ha dejado fuera de lugar. Con una porción de siglo XXI ya recorrida, las ciudades (salvo excepciones en el mundo de los petrodólares) se expanden a lo ancho más que a lo alto en aquellos interminables rascacielos acristalados que nos vaticinaron.
Imaginábamos tener nuestro propio helicóptero en la azotea, una mochila jet… En la escena siempre se colaba un tren elevado, un medio limpio, silencioso y eficiente. Era un sinónimo más de modernidad. Sin embargo, en la recta final de un 2014 mucho más «normal» de lo que se esperaba a estas alturas, se da la circunstancia de que mientras unas ciudades cuestionan las apuestas por el monorraíl como medio de transporte urbano (Sydney reconoce su fracaso y en Las Vegas arrecian las críticas), otras megaurbes como Sao Paulo (Brasil) o Yakarta (Indonesia) se preparan para impulsar las obras de sus nuevos monorraíles. A la fiesta se suman otras soluciones futuristas de transporte, como las capsulas de levitación que pronto pueden ver la luz en la ciudad israelí de Tel Aviv. ... Leer más